Friday, December 19, 2014

Lucas

Dicen los hombres de las letras que la vida se compone de capítulos.

Roshka es un capítulo en mi vida, pero mi historia en Roshka es un cuento de superación.

Los tiempos oscuros

Mi paso por la universidad no fue el mejor. Con un promedio de docentes escuetamente instruidos en las ciencias informáticas en general y la subsecuente incapacidad para transmitir  pasión por la carrera, sumado a mi nivel de inexperiencia sobradamente grande como para abstraerme del caos académico en el que estaba inmerso, nunca encontré en la facultad el estímulo motivador como para compenetrarme con la carrera al nivel de proyectarla como mi vocación vitalicia.

Al final de la etapa universitaria, era un profesional pobremente instruido, entrenado con las nociones básicas de algunas ramas de la ingeniería informática y con la necesidad ineludible de inserción laboral en un mercado al cual siempre temí como una bestia bravía, imaginado como el escenario de una competencia carnicera entre expertos de alto adiestramiento académico, concepción ratificada por los anuncios clasificados en persistente reclutamiento de personal altamente competitivo en tecnologías de las que mayormente nunca había escuchado. Frente a ese panorama ensombrecedor, sentí la imperiosa necesidad de movilizarme para impedir que el tiempo siguiera carcomiendo mis chances de inclusión,  consciente de que el flamante diploma  universitario podía mutar de un dichoso título de nobleza a una pesada carga de vergüenza de no adquirir experiencia en el campo que me acreditaba como profesional. Reflexionando cuidadosamente sobre el trazo que debía dar a mi carrera, concluí que la decisión más sensata era escoger una especialización con la que pudiera establecer la conexión suficiente para transformar el impacto cotidiano de una jornada laboral en la experiencia más enriquecedora posible.

Repasando los preceptos primordiales de amplias ramas de la informática, redescubrí la fascinante benevolencia contenida en el campo de la programación, un ámbito siempre vanguardista que permite concebir tanto como la imaginación lo permita, donde el límite no siempre está determinado por la infraestructura de las herramientas.

Así es como elaboré el mejor C.V posible tratando de maquillar la falta de experiencia y lo envié a la primer empresa de software más cercana a mi domicilio según una fugaz pesquisa por Internet: una tal Roshka. Al contrario de todos mis pronósticos, fui inmediatamente convocado para la entrevista y me incorporé como empleado transitorio por un periodo de prueba.

Los tiempos de la Roshka

Para los entendidos
Quedé fascinado por el ambiente NERD reinante en la Roshka de aquel entonces. Todos los grupos de trabajo, asignados a distintos proyectos, estaban dispersos en el marco de una casa amplia y reconfortable, donde fluía el constante sonido de los más intensos debates sobre las mejores estrategias con las que afrontar un problema dado, sonido enriquecedor en el sentido de que los términos técnicos terminan imprimiéndose positivamente en el subconsciente para referencias posteriores.

Roshka era la representación de un sueño viviente, del cual temía despertar bruscamente.

Pese al excelente ambiente laboral, todo los comienzos son difíciles y cada día del periodo de prueba era una pesadilla de incertidumbres. Temía que mi rendimiento general diario al final de la jornada no fuera el esperado por mucho tiempo consecutivo. Me recuerdo transitando el camino diario a la empresa todas las mañanas, ensayando mentalmente variadas estrategias para revelar a mis padres que había perdido el trabajo en el que debutaba con la carrera que me habían costeado.

Cuando me informaron que pasé el periodo de prueba y que formaba parte del equipo de forma estable, sentí la realización mas grande en mi carrera  laboral, una felicidad mayor que haber culminado la universidad misma, porque era un logro que había alcanzado sin limitarme en meros recursos teóricos.

Redactar todas mis vivencias en Roshka conllevaría un torrente de párrafos que no creo prudente resumir, pero no puedo dejar de destacar que nunca me hubiese imaginado en aquel Octubre del 2010, lleno de miedos e inseguridades por mi futuro, atribulado por la inestabilidad y baja autoestima, en este otro extremo del cuento, ese extremo de cuando los finales son felices, 4 años después, con un montón de grandiosos proyectos en mi historial, y un C.V revitalizado por toda la experiencia ganada.

Uno de los equipos Mobile de Roshka
Pero más allá de todas las vivencias y recuerdos, del conocimiento y experiencias invaluables adquiridas en el arte de la programación, los aprendizajes más valiosos que siempre voy a destacar de Roshka son el desarrollo de la confianza personal, tan necesaria para desenmascarar a los monstruos particulares que traban toda iniciativa de emprendimiento; y el descubrimiento de una nueva óptica para apreciar la vida: descubrir que eso que en su concepción es malo, un "problema", es a su vez  la motivación para venir  renovado al trabajo, con energías para trabajar sobre ellos, porque por más que los problemas se acumularan y las cosas no salieran de una, tarde o temprano la batalla siempre estaba ganada, provocando esa sensación de victoria personal que incita a todo "software developer" a transitar con entusiasmo las sendas de su profesión.

Nunca supe que significa Roshka debido a la cantidad de leyendas que se auto-atribuyen su origen, pero lo importante es la simbolización que le doy internamente. Roshka para mi siempre va a significar la alegoría de los cuentos que comienzan de forma sombría pero que terminan en un gran final feliz, porque si hay algo más que me dejó la paranoica experiencia roshkera en todos estos años, es que los escritores de nuestro destino somos nosotros mismos.


¡Gracias por todo!  ¡Nos vemos en los recuerdos loquillos amigos de Paraguay!

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